Jack Anderson nos dice que estudiar la historia de la danza es importante
porque entre más se sepa sobre un tema, mejor se comprende. Eso por un lado. Es
verdad que en el tema de la danza en tiempos pasados no había los alcances tecnológicos
que existen hoy para preservar una coreografía e inclusive documentar fielmente
una época, ya que estudiar la historia de la danza implica mucho porque “las danzas particulares pueden decaer y
morir, pero el arte sigue vivo; y los tipos de danza que existieron en el
pasado han ayudado a dar forma a las danzas que existen hoy” (Islas, H., p.162).
Es importante también porque se conocen
los problemas a los que se enfrentaron los bailarines y coreógrafos en la
antigüedad y cómo resolvieron. Asimismo el bailarín, el coreógrafo y el público
tienen la oportunidad de conocer las formas de bailar de antes y reconocer que
en verdad como dice el autor, somos “herederos
de grandes tradiciones” (Ibid., p. 162) y con este conocimiento el bailarín
o coreógrafo en la actualidad tiene el poder y
la libertad de elegir mantener esa tradición o desafiarla a través de otro
camino creativo. Nos ayuda a distinguir la condición humana, muchas de ellas
parecidas por su naturaleza misma, y otras diferentes por la influencia de los
entornos sociales y culturales en cómo vivían. No es solo aprender fechas y
nombres, sino saber qué hay más allá de lo que nos provee la historia de la
danza por medio de los factores políticos, económicos, filosóficos, religiosos y
cómo se manifiesta esa relación estrecha con la música, el teatro, la
arquitectura y la historia del arte. Además la historia de la danza nos permite
apreciar una obra del pasado para comprender lo que nos ofrece el presente.
La historia de la danza debería incluir reflexiones como la
mirada del espectador de la antigüedad y la mirada del espectador en la
actualidad y compararlo -por ejemplo- , por la necesidad de reconocer que “las danzas requieren espectadores con ojos penetrantes, pues los
movimientos vuelan y pasan rápido” (Ibid., p.164). Requiere de espectadores
reflexivos que se cuestionen de verdad lo que vieron y han visto porque el
espectador está involucrado con la danza y por lo tanto es también constructor
de la historia de la danza. Nosotros los que estudiamos de alguna manera la
historia de la danza somos responsables de ayudar a los espectadores, pero
también junto a las compañías de danza que ofrecen espectáculos, son responsables
–por ejemplo- “si le indicaran en sus programas precisamente qué se proponen sus
producciones” (Ibid., p.165).
Es importante tener presente el rol que
jugarían los críticos o los historiadores que registran la danza. Inclusive a
la prensa. El hecho de preservar la
danza con las herramientas que tenemos ahora en la actualidad y por el uso de
la tecnología para hacer notación de la danza nos dice que es el tiempo de
nosotros para hacer ese registro. Ahora mismo quizá no se necesite prioritariamente
ser un historiador para registrar porque el bailarín hace su propio registro
cuando se graba bailando, anota o utiliza sus propios medios para aprenderse
una obra, como cuando el bailarín de hoy se inspira en el bailarín antiguo para
interpretar una obra. La reflexión cabría aquí cuando ese bailarín o coreógrafo
hace uso de ese registro y lo comparte a beneficio de los que están interesados
-es decir de todos- en conocer cómo se ha construido la historia de la danza.
Las obras
dancísticas y artísticas de una época reflejan indudablemente una forma de pensar, una forma
de vida, cómo era manifestada culturalmente una sociedad. Las costumbres y
tradiciones que guardaban. Son los pasos, los gestos, las emociones, temas,
tramas hasta las formas de conceptualizar el cuerpo. Cómo se mueven, cuáles eran
sus miedos, sus ilusiones. Son las
ideas, la creatividad, la proyección de
una problemática, es también un reflejo de una parte de la historia de la danza
y cómo en ella se puede ver afectada por otra época; es la evolución o
involución del hombre. Pueden reflejar también las cortesías, cómo saludaban,
cómo los tipos de danza de una época tenían que ver dependiendo de la clase
social a la que pertenecían. Muestran una realidad o los sueños del creador.
Modos de relacionarse. Representan una época por su forma de ver la vida o la
muerte. Su relación con las otras artes, con la música por ejemplo. También se
reflejan los patrones coreográficos, un estilo, un género de danza, cualidades
de movimiento, tipos de escenarios, la forma de producir, de observar los
espectáculos como público, y cómo se demuestran los recursos utilizados en una
obra para patentar una época.
La significación amplia de la danza reside en el hecho de que la
danza es un “símbolo concreto íntimo de
un ritmo general, aquel ritmo general que marca no solo la vida sino al
universo” (Ibid., p. 166). La danza tiene desde toda la vida, esa forma
primitiva de expresión que hace que el movimiento surja desde el movimiento de
una ola de mar hasta los pasos rítmicos de un niño que juega. Es lo que la
danza significa para la humanidad en el momento en el que se investiga a
profundidad. En el texto de ´La danza de la vida´ de Havelock, Ellis se
manifiesta esa importancia que tiene el arte de bailar porque “está íntimamente entrelazado con toda la
tradición humana de la guerra, el trabajo, el placer, la educación y algunos
filósofos más sabios y las más antiguas civilizaciones han visto a la danza
como el patrón de acuerdo con el cual debe tramarse la vida moral del hombre” (Ibid.,
p. 167). Esta parte profunda es lo que le da valor superior a la danza. Cómo
convive la danza en la vida, cómo se lleva a cabo, cómo se trasciende en ella y
cómo se evoluciona.
La danza
perdura y significa porque la danza nos sigue transmitiendo su sabiduría. Una “sabiduría de siglos de
entrenamiento en danza -que- puede
sumarse en la manera en que se mueven
sus cuerpos” (Ibid., 165). Significa, por todos los que nos hemos dedicado
a la danza y tenemos la oportunidad de hacer historia de la danza. En el texto
de Havellock refiere a que es gracias a la imaginación de los coreógrafos, pero
yo quisiera agregar que todos somos forjadores y hacedores de una historia de
la danza. Hasta el público. Aunque sea parte y sobre un tiempo determinado. La
danza significa para su trascendencia y para que se preserve cuando se registra
“la tarea final del reconstructor del
arte es lidiar con los cambios en la visión estética y del mundo, para
comprender los valores de las diferentes épocas y pueblos” (Ibid., p. 167).
Perdura porque estamos hablando de una danza como arte que se ha manifestado
desde siempre “y aunque los bailarines
podrán perecer; la danza misma vive y sus tradiciones son transmitidas, a veces
de manera vacilante, a veces con seguridad” (Ibid., p. 165). En muchas
ocasiones la danza perdura por el tipo de notaciones de las grandes obras que
los historiadores han sido capaces de registrar. “Uno de los desafíos más apremiantes que enfrentamos consiste en
inventar y notar obras dancísticas valiosas de modo que puedan ser ejecutadas
en cualquier parte una y otra vez” (Ibid., p. 168) y aunque no ha sido lo
suficiente, es otro reto que existe en la actualidad para que la danza se
mantenga vigente. Sea conservando la tradición de la danza o retándola
creativamente.
Bibliografía:
Los placeres de la historia de la danza de
Anderson, J. (2001) y La danza de la vida de Havellock Ellis. (2001) en: De
la historia al cuerpo y del cuerpo a la danza, (pp. 161-167) Hilda Islas
(Comp.) México, Conaculta.
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