domingo, 3 de enero de 2016

¿Por qué estudiar la Historia de la Danza?

Por: Ivone Morales

Jack Anderson nos dice que estudiar la historia de la danza es importante porque entre más se sepa sobre un tema, mejor se comprende. Eso por un lado. Es verdad que en el tema de la danza en tiempos pasados no había los alcances tecnológicos que existen hoy para preservar una coreografía e inclusive documentar fielmente una época, ya que estudiar la historia de la danza implica mucho porque “las danzas particulares pueden decaer y morir, pero el arte sigue vivo; y los tipos de danza que existieron en el pasado han ayudado a dar forma a las danzas que existen hoy” (Islas, H., p.162). 

Es importante también  porque se conocen los problemas a los que se enfrentaron los bailarines y coreógrafos en la antigüedad y cómo resolvieron. Asimismo el bailarín, el coreógrafo y el público tienen la oportunidad de conocer las formas de bailar de antes y reconocer que en verdad como dice el autor, somos “herederos de grandes tradiciones” (Ibid., p. 162) y con este conocimiento el bailarín o coreógrafo en la actualidad tiene el poder y  la libertad de elegir mantener esa tradición o desafiarla a través de otro camino creativo. Nos ayuda a distinguir la condición humana, muchas de ellas parecidas por su naturaleza misma, y otras diferentes por la influencia de los entornos sociales y culturales en cómo vivían. No es solo aprender fechas y nombres, sino saber qué hay más allá de lo que nos provee la historia de la danza por medio de los factores políticos, económicos, filosóficos, religiosos y cómo se manifiesta esa relación estrecha con la música, el teatro, la arquitectura y la historia del arte. Además la historia de la danza nos permite apreciar una obra del pasado para comprender lo que nos ofrece el presente.

La historia de la danza debería incluir reflexiones como la mirada del espectador de la antigüedad y la mirada del espectador en la actualidad y compararlo -por ejemplo- , por la necesidad de reconocer que “las danzas requieren espectadores con ojos penetrantes, pues los movimientos vuelan y pasan rápido” (Ibid., p.164). Requiere de espectadores reflexivos que se cuestionen de verdad lo que vieron y han visto porque el espectador está involucrado con la danza y por lo tanto es también constructor de la historia de la danza. Nosotros los que estudiamos de alguna manera la historia de la danza somos responsables de ayudar a los espectadores, pero también junto a las compañías de danza que ofrecen espectáculos, son responsables –por ejemplo-  “si le indicaran en sus programas precisamente qué se proponen sus producciones” (Ibid., p.165). 

Es importante tener presente el rol que jugarían los críticos o los historiadores que registran la danza. Inclusive a la prensa. El hecho de preservar la danza con las herramientas que tenemos ahora en la actualidad y por el uso de la tecnología para hacer notación de la danza nos dice que es el tiempo de nosotros para hacer ese registro. Ahora mismo quizá no se necesite prioritariamente ser un historiador para registrar porque el bailarín hace su propio registro cuando se graba bailando, anota o utiliza sus propios medios para aprenderse una obra, como cuando el bailarín de hoy se inspira en el bailarín antiguo para interpretar una obra. La reflexión cabría aquí cuando ese bailarín o coreógrafo hace uso de ese registro y lo comparte a beneficio de los que están interesados -es decir de todos- en conocer cómo se ha construido la historia de la danza.

Las obras dancísticas y artísticas de una época reflejan indudablemente una forma de pensar, una forma de vida, cómo era manifestada culturalmente una sociedad. Las costumbres y tradiciones que guardaban. Son los pasos, los gestos, las emociones, temas, tramas hasta las formas de conceptualizar el cuerpo. Cómo se mueven, cuáles eran sus miedos, sus ilusiones.  Son las ideas, la creatividad,  la proyección de una problemática, es también un reflejo de una parte de la historia de la danza y cómo en ella se puede ver afectada por otra época; es la evolución o involución del hombre. Pueden reflejar también las cortesías, cómo saludaban, cómo los tipos de danza de una época tenían que ver dependiendo de la clase social a la que pertenecían. Muestran una realidad o los sueños del creador. Modos de relacionarse. Representan una época por su forma de ver la vida o la muerte. Su relación con las otras artes, con la música por ejemplo. También se reflejan los patrones coreográficos, un estilo, un género de danza, cualidades de movimiento, tipos de escenarios, la forma de producir, de observar los espectáculos como público, y cómo se demuestran los recursos utilizados en una obra para patentar una época.

La significación amplia de la danza reside en el hecho de que la danza es un “símbolo concreto íntimo de un ritmo general, aquel ritmo general que marca no solo la vida sino al universo” (Ibid., p. 166). La danza tiene desde toda la vida, esa forma primitiva de expresión que hace que el movimiento surja desde el movimiento de una ola de mar hasta los pasos rítmicos de un niño que juega. Es lo que la danza significa para la humanidad en el momento en el que se investiga a profundidad. En el texto de ´La danza de la vida´ de Havelock, Ellis se manifiesta esa importancia que tiene el arte de bailar porque “está íntimamente entrelazado con toda la tradición humana de la guerra, el trabajo, el placer, la educación y algunos filósofos más sabios y las más antiguas civilizaciones han visto a la danza como el patrón de acuerdo con el cual debe tramarse la vida moral del hombre” (Ibid., p. 167). Esta parte profunda es lo que le da valor superior a la danza. Cómo convive la danza en la vida, cómo se lleva a cabo, cómo se trasciende en ella y cómo se evoluciona. 

La danza perdura y significa porque la danza nos sigue transmitiendo su sabiduría. Una “sabiduría de siglos de entrenamiento en danza -que- puede sumarse en la manera en que se  mueven sus cuerpos” (Ibid., 165). Significa, por todos los que nos hemos dedicado a la danza y tenemos la oportunidad de hacer historia de la danza. En el texto de Havellock refiere a que es gracias a la imaginación de los coreógrafos, pero yo quisiera agregar que todos somos forjadores y hacedores de una historia de la danza. Hasta el público. Aunque sea parte y sobre un tiempo determinado. La danza significa para su trascendencia y para que se preserve cuando se registra “la tarea final del reconstructor del arte es lidiar con los cambios en la visión estética y del mundo, para comprender los valores de las diferentes épocas y pueblos” (Ibid., p. 167). 

Perdura porque estamos hablando de una danza como arte que se ha manifestado desde siempre “y aunque los bailarines podrán perecer; la danza misma vive y sus tradiciones son transmitidas, a veces de manera vacilante, a veces con seguridad” (Ibid., p. 165). En muchas ocasiones la danza perdura por el tipo de notaciones de las grandes obras que los historiadores han sido capaces de registrar. “Uno de los desafíos más apremiantes que enfrentamos consiste en inventar y notar obras dancísticas valiosas de modo que puedan ser ejecutadas en cualquier parte una y otra vez” (Ibid., p. 168) y aunque no ha sido lo suficiente, es otro reto que existe en la actualidad para que la danza se mantenga vigente. Sea conservando la tradición de la danza o retándola creativamente.

Bibliografía:
Los placeres de la historia de la danza de Anderson, J. (2001) y La danza de la vida de Havellock Ellis. (2001) en: De la historia al cuerpo y del cuerpo a la danza, (pp. 161-167) Hilda Islas (Comp.) México, Conaculta.


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